Este bello cuento escrito por Oliver Jeffers ha sido dedicado a su hija pequeña Mari. En él, los protagonistas son una niña y un padre, que empiezan a juntar todo lo que necesitan para construir cosas juntos, no sólo cosas materiales si no todos los recuerdos y sentimientos que les acompañan en cada momento. Porque cuando un adulto construye, piensa que construye sólo algo material, pero cuando lo hace junto a alguien pequeño al que además ama, en definitiva construye siempre algo más.
Es en esto que el autor nos hace pensar con cada escena y con cada construcción, que no sólo están construyendo cosas, si no que construyen las bases de una relación, en definitiva de un amor totalmente ilimitado, aprovechando cada oportunidad que se les brinda para poder seguir construyendo sus planes para un futuro juntos. Un futuro lleno de amor que les mantendrá unidos para siempre.
La forma tan poética que tiene Oliver Jeffer a la hora de hablar de un tema que parece demasiado amplio, pero que acerca totalmente a nuestros corazones. Hace que al final este cuento sea una bella carta de amor entre padres e hijos en la que con pocas palabras nos hace valorar las cosas valiosas de la vida y logra decir mucho.
